Desde que las semanas de moda decidieron desembarcar en lo digital en su totalidad, he estado silenciosamente observando cómo los diseñadores y las grandes casas de diseño han acogido esta forzosa transición para seguir llevando sus ideas creativas a sus consumidores. Entre performances en vivo, pantallas verdes y mini fashion films, era evidente que además de la falta de ropa o nuevas colecciones como resultado del cierre de fábricas e importaciones, nos faltó el show y la parafernalia que embebía cada desfile.
Las colecciones de Alta Costura especialmente soportan su imaginario a través de la creación de un mundo ostentoso dentro de uno físico y creado para una selecta audiencia y que, hoy por hoy, se resolvió de forma virtual y masiva. Si durante esta coyuntura las semanas de la moda de alta costura se van a tratar como cualquier otro evento digital dentro del calendario, entonces ¿el lujo va a desaparecer?
La
alta costura nació dentro del pilar de la distinción social; entre separar lo
que ya estaba separado. Los costureros y diseñadores que se ceñían a sus
técnicas tradicionales se alejaban de aquellos que tenían libertad artística
individual y estos a su vez, de quienes desarrollaban emblemas que se volvían
la cúspide del lujo. La cercanía a la monarquía jugaba un papel fundamental en
seguir segmentando y definiendo el lujo como un orden estético burocrático
según Lipovesky, y que aún se muestra reticente ante la vorágine del moderno fast fashion.
El pret-a-porter, el cual encarna la
expresión más viva del espíritu de la moda actual, coexistió con la alta
costura hasta nuestra actual pandemia. Todas
las divisiones que componía el sistema moda, llámese menswear, resort o haute couture se “cayeron” de la pirámide y se establecieron desde una
horizontalidad. Mientras las semanas de la moda en diferentes ciudades como Milán,
París, México y Shanghai retaron a la crisis de salud pública entrelazándose
con la inmediatez, lo digital y lo utilitario, la alta costura y todo su velo
de lujo se veía amenazada.
![]() |
Dior Haute Couture 2020-2021 |
Si
el lujo fuese para todos, entonces el lujo perdería su esencia y dejaría de
existir. Por ende, la posibilidad de seguir aterrizándolo en un plano
democrático ya debería estar fuera de la ecuación. Sin embargo, traerlo a colación
dada nuestra crisis podría ser como dijo Esteban Cortázar “irrespetuoso e
irrelevante”. Mientras algunas casas de lujo optaron por un hiato como opción
–o para no tomar alguna-, otras resolvieron esta dicotomía lanzándose a
explorar.
De
todo este “experimento” digital aprendimos a repensar la ostentosidad. A pasar
de espectáculos de casi 20 minutos con pomposas locaciones y celebridades a
videos íntimos en diferentes actos, películas mágicas o simplemente el multiuso
de las diferentes herramientas tecnológicas. Por otro lado, los discursos de
las colecciones fueron más contextualizados. No más interpretaciones
sofisticadas y etéreas sino más bien una reflexión colectiva de cambio, de
dolor, de incertidumbre y de un mundo mejor (interpretado desde la fantasía). Dos
lecciones que alejan la alta costura de sus fundamentos, que la desestabiliza,
pero al tiempo la aterriza en este marco histórico.
Viktor & Rolf Haute Couture 2020
Aunque
el formato hiper digitalizado de la Alta Costura logró conseguirnos una
codiciada primera fila, esta debería pausar su curso o recurrir a nuevos
formatos si continuamos bajo esta coyuntura. Sin embargo, aunque pudo funcionar
ahora, seguir explorando dentro de esta nueva zona es una muerte anunciada para
el sector y más si este quiere retornar su puesto en la punta de la jerarquía
del sistema moda.
La
Alta Costura no se afecta por la demanda. Nunca se ha tratado de vender. Lo que
ha mantenido a este universo surreal vigente durante los años es lo que le ha
sido arrebatado: la teatralidad y la experiencia; porque tal vez cambiamos
nuestra forma de consumir pero no de sentir.
No hay comentarios.: